Hay documentación histórica que confirmaría que el cerro Aconcagua estuvo dentro de los límites de territorio sanjuanino.
Cuando se decidió poner fin al conflicto de límites entre San Juan y Mendoza, el gobierno de San Juan designó al doctor Horacio Videla para que realice un estudio sobre los reales límites de la provincia. Así, el abogado e historiador concluyó que el cerro Aconcagua era histórica y jurídicamente sanjuanino fundamentándolo con documentación fehaciente.
Es decir, en mapas y documentos oficiales tanto nacionales como provinciales anteriores a 1934, el Aconcagua siempre figuraba como perteneciente a San Juan. Sin embargo, el Gobierno de San Juan no apoyó su postura acordando los límites en 1966 resignando importantes territorios a favor de Mendoza, entre ellos el cerro Aconcagua.
El 25 de junio de 1966, cuando era gobernador Leopoldo Bravo, las provincias de San Juan y de Mendoza suscribieron un acuerdo interprovincial de límites que dejó delimitada toda la frontera entre ambas provincias, tal como está hasta el momento. El límite fue fijado mediante la ley nacional N° 22.200 dictada por el gobierno militar y publicada en el boletín oficial el 27 de marzo de 1980. Todo el Aconcagua quedó en Mendoza.
Cuando el Aconcagua era sanjuanino
Fue en 1934 cuando el Instituto Geográfico Militar decidió “correr” algunas coordenadas haciendo que la Provincia perdiera varios cientos de kilómetros en el límite Sur y con ellos, el macizo más alto de América. La historia completa fue documentada por Horacio Videla. Pocos sanjuaninos saben que el pico mayor de América, 6.962 metros sobre el nivel del mar fue hasta 1934 territorio de San Juan.
Uno de los primeros antecedentes de los límites de San Juan los aportó Nicanor Larraín, quien en su libro “El país de Cuyo” relataba: “Por el Oeste, el límite de la Provincia es desde el pico del Aconcagua hasta la Yerba Buena con dirección Sud a Norte por sobre las cumbres de las cordilleras, midiendo esta línea 82 leguas; por el Sud desde el Aconcagua hasta Los Cajones, rama de la Sierra de Las Quijadas, con rumbo Oeste a Este, midiendo una extensión de 75 leguas; por el Este, 100 leguas de Sud a Norte, desde Los Cajones hasta la falda occidental, desde la Sierra de Vinchina (Guandacol) frente al Cerro Blanco; y al Norte 20 leguas de naciente a poniente desde Vinchina a la Yerba Buena”.
Pedro Pascual Ramírez, ingeniero, investigador, periodista y director del diario “San Juan”, escribió entre 1907 y 1910, “Etimología de los nombres indígenas y lugares de San Juan: Aconcahua (SIC), Calingasta, altura 7.000 metros, el pico más elevado de Los Andes”.
En la publicación del Primer Censo Agrícola de la Provincia, de 1930, señalaban: “Ocurre en esta Provincia que la cordillera divisoria con la República de Chile no corresponde a la línea de las más altas cumbres, ésta se encuentra enclavada dentro del territorio de la provincia, y es así como el gigantesco Aconcagua de 7.030 metros sobre el nivel del mar, la montaña más elevada del mundo después de algunos picos del Himalaya, tiene su vertiente Norte en San Juan, como lo están también integralmente las cumbres del Mercedario, de 6.455 msnm; Ansilta, 5.760; Olivares, 6.215; Conconta, 5.310; y Colangui (SIC), 5.230 msnm”.
En “Paisajes y figuras de San Juan”, publicado en 1933, Juan Pablo Echagüe escribía: “… en su río impetuoso que nace a 4.500 metros de altura sobre las nevadas cumbres del Aconcagua, y se despeña bravío por entre riscos y vertientes, viniendo de nuevo a rondar amenazante la ciudad…”.
Es parte de su leyenda sobre las inundaciones recurrentes que tenía la Provincia en esos años y cuyo “culpable” era el vengativo Aconcagua sanjuanino.
Tal vez el más reconocido de los historiadores locales, Horacio Videla, en su “Historia de San Juan”, realiza una minuciosa novela de los acontecimientos que llevaron a que Mendoza reclamara el corrimiento de límites y cómo San Juan perdió esa pulseada, quedando el mayor pico de América en tierra mendocina.
“Las aspiraciones mendocinas en una magnitud que nunca tuvieron, han salido a la luz con sólo un año de anterioridad al unilateral y expeditivo proyecto de ley presentado en Diputados en 1933 que no tuvo ninguna sanción, publicado en 1934 en el atlas del Instituto Geográfico Militar, que rectificó los límites de su antecesor el Instituto Geográfico Argentino, por sí y ante sí, so pretexto de que requeridos ambos gobiernos provinciales sobre sus antecedentes, el Gobierno de San Juan no envió ninguno’”.
Videla denunció que el Instituto había actuado “sigilosamente” en el tema desde 1932, y que ese estudio de nuevos límites estuvo a cargo de un ingeniero, Roberto Guevara, mendocino contratado por el gobierno de esa provincia.
“En perjuicio de los derechos de San Juan, contra los antecedentes técnicos y militares de esa respetable institución, su pretexto de que la Provincia no envió antecedentes que se le habían solicitado o que no se le solicitaron”, sugirió Videla.
Elogió el historiador sanjuanino la defensa de San Juan que hizo el entonces interventor militar de la provincia, Juan Jones. Ese año, asumiría el mandato constitucional Juan Maurín, a quien el entonces gobernador de Mendoza, Guillermo Cano, invitaría a suscribir al nuevo límite interprovincial bajo el argumento de tratarse de “unos pocos kilómetros cuadrados de tierra de escaso valor económico, que por igual quedarían bajo una misma soberanía argentina”.
El mismo autor, Videla, era entonces diputado provincial y Maurín les responde a los mendocinos que era un tema a resolver. Pasaron varios años sin novedades hasta que en 1959, durante la gobernación de Américo García, se nombró una comisión para definir el tema limítrofe, en la que también fue comisionado Videla, y según su análisis los mendocinos boicotearon esta vía de solución.
En 1961, Videla renunció al cargo en esa comisión ya que mientras él sugería que el pleito se defina en el Congreso Nacional, las provincias acordaron un arbitraje jurídico. Entre sus argumentos, en su carta de renuncia, cargó sobre el Instituto Geográfico Militar, “organismo que prejuzgó contra San Juan, cercenando despiadadamente su territorio por todos sus contornos, sin haber recibido sus alegatos”.
El mismo año, el historiador declamaba: “Encontrar quien haga a San Juan la justicia que a todas luces le asiste, es la gran encrucijada del camino en el momento”.
Finalmente, el 25 de junio de 1966, cuando era gobernador Leopoldo Bravo, las provincias de San Juan y de Mendoza suscribieron un acuerdo interprovincial de límites, que dejó delimitada toda la frontera entre ambas provincias, tal como está hasta el momento. El límite fue fijado mediante la ley nacional N° 22.200 dictada por el gobierno militar y publicada en el boletín oficial el 27 de marzo de 1980. Todo el Aconcagua quedó en Mendoza.
En un reportaje, el profesor de Historia Edgardo Mendoza (QPD), analizó el reclamo de la vecina provincia, y dijo que “Mendoza presionó con ese afán imperial que tiene y se quedó con todo el Aconcagua, con las cuatro paredes, es un absurdo desde todo punto de vista. Están los responsables que firmaron, vaya a saber si habrán recibido presiones porque desde el siglo XIX se sabía que era el pico más alto de América y lo que eso podía redituar”.
Agregó que la provincia vecina corrió la frontera 12 kilómetros después de la pared Norte del Aconcagua y quedó todo para esa provincia.
“El acuerdo habla mal de los sanjuaninos que firmaron en ese momento porque fue una agachada muy grande, cuando tenían todos los elementos históricos para ganarlo. Es una toda una ironía porque el Aconcagua no lo ves bien desde Mendoza, la vista está de este lado, desde el puente de Sorocoyanse es la más bella, allí se ve como no se ve desde ningún lado. Así que quien quiere ver bien el Aconcagua tiene que venir San Juan”, aseguró Edgardo Mendoza.