El reporte advierte que “los riesgos de un programa económico supeditado a la continuidad del superávit fiscal, se manifiestan de manera cada vez más evidente”, señalando como ejemplos a “las tensiones cambiarias a las exigencias perentorias del FMI, pasando la imposibilidad de seguir reduciendo gastos en el marco de una actividad económica que no para de caer”, por lo que aseveró que “el modelo de Milei y Caputo se tambalea”.
Entre los reparos que puntualiza el estudio para la continuidad del superávit fiscal, hace hincapié en el gasto en jubilaciones y pensiones alertando que seguir “licuando las ya golpeadas jubilaciones, encuentra límites de cara a la segunda mitad del año”.
Al respecto, señaló que cuando la inflación se acelera, los haberes profundizan su caída real. Así lo dejó reflejado al comparar la evolución del gasto en dicho concepto, ya que en enero y febrero registró una caída real del 38%, mientras que en mayo la merma se redujo al 16%, coincidiendo con la desaceleración del IPC en los últimos meses.
Además, estimó que “suponiendo que el proyecto impulsado por toda la oposición que hoy cuenta con media sanción de la cámara de diputados no tuviese éxito, las variaciones interanuales para el resto del año deberían ir convergiendo a la diferencia de 8,1% que se perdió en el empalme con la fórmula impuesta vía DNU por el presidente”.
La recaudación aparece como otro de los aspectos en los que se apoya el resultado fiscal y sobre el que siembra dudas el informe, que en el mes pasado le ganó a la inflación con la ayuda del impuesto a las ganancias, pero “sin este empuje extraordinario y si supusiésemos una recaudación acorde al promedio de los primeros meses del año, la misma hubiese profundizado su sendero bajista y el superávit no hubiese sido suficiente para cubrir el pago de intereses del período”.
El análisis considera que “al gobierno se le empieza a dificultar mantener gastos pisados como sucedió a principios de año, por el implícito período de gracia con el que contó al principio del gobierno” e indica que “los ingresos, más allá de partidas excepcionales, no reflejarían una sustancial mejora a cuentas de la caída de la actividad económica”.
Asimismo, sostiene que “los desafíos del equilibrio fiscal vía ajuste con recesión se complejizan, más aún si se sostienen los puntos del paquete fiscal rechazados por el senado: reimposición de ganancias y modificaciones en bienes personales”.
Al poner la lupa en el comportamiento del mercado cambiario y partiendo de la premisa del Ejecutivo sobre que “la suerte de la inflación es la suerte del resultado fiscal”, desde el Isepci advierten que “si a la inflación no le va bien y no cumple los objetivos de reducción, bajo este esquema de devaluación mensual fijo al 2%, las dudas sobre la competitividad del tipo de cambio serán cada vez mayores” y aseguraron que “hasta tanto, la inflación mensual no equipare la tasa de devaluación, la moneda continúa apreciándose”.
En esta línea, remarcando que “el éxito de la política fiscal, que garantizaría el éxito en la baja de la inflación es, en consecuencia, el éxito del esquema cambiario pautado”, se preguntaron “¿Qué sucedería si alguno de estos engranajes no encaja?”.
En cuanto a la política monetaria, el estudio puso el foco en el reestreno de las Lecap para “incentivar la migración desde las colocaciones en pasivos del BCRA hacia el Tesoro”, ofreciendo “una opción al pase pasivo del BCRA y alentado así, con premio un mejor rendimiento (tasa mensual 4,25% el Tesoro vs 3,3% el pase)”, pero señaló que la condición para que esto se produzca es “la solidez del superávit fiscal del Tesoro”.